en la orilla del escritorio
y con mucho temor
reconozco el amor raído
y las tardes anaranjadas que ya no están
los caminos son amplios e inseguros
las estrellas son innumerables
soy el viento
y la madrugada fría
un corazón que no ama y que ama
de mis manos el silencio y las calles vacías
tengo miedo
pero se esparce mi cuerpo en el aire sin vacilar
los ojos pueriles se estrellan en las paredes
y las moscas se quedan en el mortecino cuerpo del asesinado
yo contemplo la angustia en el pecho
y minúsculas florecillas sucumben en el ocaso
el mar y la noche
la noche y el mar
la cúpula de estrellas
y el cuerpo que ya no es
que traspasa el tiempo
y las constelaciones...
deberé ir hacia la luna
en las noches azules
donde todavía duermen los arlequines
y buscar al señor de los colores
al señor de los sonidos
al señor de la aventura
y marchar con ellos
a ese planeta desconocido...
hoy se divide el tiempo
y se dejan los vestidos
nos queda la desnudez
del alma
y los mediodías calurosos
nos lastimaron
y se nos cayeron las manos
yo vi el fuego de sus ojos
y escuche la voz del asesino
el tiempo...
el océano es vasto
deberé sumergirme en él
su protección es de eónicos acontecimientos
y mi voz se detalla en todas esas olas grises y verdes
los ojos cansados
y el adiós que esta dentro...